viernes, 19 de septiembre de 2014

EL INFIERNO DE TORDESILLAS

Aún sigo con el corazón encogido. Supongo que yo y todos los que estuvimos este martes 16 en Tordesillas estamos igual.
Un día después de aquello me desperté temblando, con lágrimas en los ojos… Con pena, con nervios… Y con un miedo que aún daba vueltas por el cuerpo.
Y fue  ayer cuando me pregunté que, si yo estaba así, ¿cómo estaría Elegido el martes? A mí nadie me encerró durante días, nadie persiguió con lanzas deseando matarme… ¿Qué sensación de pánico horrible tendría Elegido?

El camino hasta ese pueblo de asesinos simplemente fue largo, cansado, pero poco más. Hasta que vimos en la carretera la entrada hacia Tordesillas. Ya estábamos allí y no sabíamos qué nos íbamos a encontrar. Entonces se hizo un silencio horrible en el coche, la tensión nos dejó mudos.

Y allí nos vimos, aparcando entre gente que venía a ver el torneo como quien va al cine, andando entre caballos… Los pobres caballos que tienen que vivir ese mal rato por culpa de esos mierdas que un día los compraron…
Nos vimos andando entre lanzas… lanzas enormes, lanzas echadas a los hombros de una gentuza que sólo deseaba ver sangre, orgullosos de ser quienes son: unos descerebrados, unos asesinos, unos mierdas.



Todas las imágenes que durante años vimos en la tele aparecieron de golpe, pero ya no estábamos en casa viéndolo por televisión. Estábamos allí, cruzándonos con gente que nos miraba con cara de asco absoluto. Me miré las manos, temblaban… Mi cabeza empezó a dar vueltas “qué haces aquí, joder??” “ Ya habéis llegado, no hay marcha atrás” “le quito la lanza a un imbécil de estos y los mato a todos?” “qué ostias va a pasar??”

Sólo se escuchaban insultos, gritos, risas, amenazaban con bastones, con palos enormes… Yo los miraba y pensaba en que deberían morir todos; iban tan borrachos que sólo hubiese bastado encender un mechero al lado para que el pueblo entero ardiese.
Creo que el vernos allí los volvió más locos aún y esto provocaba que quisieran hacer más daño al toro. Porque son así de bestias.
La Guardia Civil nos dejó a nuestra suerte en el descampado cuando todos saltamos de golpe, Elegido ya estaba intentando escapar de aquel infierno en el que se vio metido, lo escuchábamos por los altavoces que había repartidos en el pueblo. Teníamos que saltar donde él estaba. Y la Guardia Civil se largó.
De golpe vimos como se levantaba tierra y empezamos a escuchar gritos, la gente empezó a correr. Empecé a ver piedras caer alrededor, ¡como misiles! Hirieron a varias personas, pero el daño podría haber sido mucho peor, y a ellos les habría dado igual.


Elegido murió a pesar de todo. Murió lentamente, con un dolor horrible… Y miles de lágrimas cayeron por él, el mundo entero se quedó sin respiración durante unos segundos al ver como le asesinaban. Y quienes estuvimos tan cerca de él seguimos rotos de dolor…