Cuando sacamos a Senda de la calle casi no me dio tiempo a
verla. Fue a la clínica veterinaria directa y al día siguiente la recogí.
Al abrir el transportín vi pasar un rayo negro, no vi más.
Se metió debajo de la cama y ale! Ahí se quedó.
Con los días y a base de algunas charlas y chantajes de
chuches empezó a salir una cabecita, al día siguiente medio cuerpo, y días
después toda una gata. Carey, de pelo largo, preciosa. Con la mitad de la cara
perfectamente dividida en dos colores.
Senda tenía una mirada tan bonita, unos andares tan
elegantes y suaves… Me enamoré de ella.
Con las visitas que iba teniendo vi que no le hacía mucha
gracia el resto de humanos, no quería ver a nadie y sólo salía si estábamos las
dos a solas. “Difícil adopción” pensé.
Cómo se va a creer la gente lo que yo decía si no la
conocían. Cómo arriesgarse a llevarse una gata cariñosa si ellos sólo veían una
sombra debajo de la cama…
Estaba claro que se llevaba bien con gatos, que le encantaba
la compañía de más peludos, y llevarse bien con humanos era sólo cuestión de tiempo.
Cuando los padres actuales de Micky vinieron a conocerlo
también venían con la intención de conocer a Senda. Y una vez con Micky
adaptado en casa (3 minutos después de llegar :-D) íbamos hablando de Senda, de
cómo estaba, de qué pasaría si volvía a encontrarse con Micky…
Total! Que dos semanas después Senda volvía a encontrarse
con Micky y firmábamos su adopción!!!
Para nuestra sorpresa y alegría se adaptó mucho más rápido
de lo que pensábamos! El reencuentro fue de lo más bonito, Micky se tumbó a su
lado durante un rato sin hacer nada, quizá eso la relajó y supo que en esa casa
estaría como en ninguna!
No podemos tener más que buenas palabras y agradecimientos
con esta familia! Por aguantar a Micky y por entender a Senda. Adaptándose a
todo! Jejeje
Ya sólo desearos desde aquí que seáis muy muy felices los
cuatro!